PERPETRADO EL ACTO CON TAL DESCARO Y MENTIRA QUE NUNCA MÁS HABRÁ NI OLVIDO NI PERDÓN.

 Se permiten hablar de intensas negociaciones cuando, en lugar de usar los treinta días, las ventilan en un arreón de dos, para acabar en el momento y en el punto en que les habían mandao. Grandes chefs del fuego lento.

Si tuviéramos que encuadrar, de entre todos los diferentes géneros que en la dramaturgia clásica son, bien podríamos decir que han acudido dispuestos a representar un sainete cuyo guión, letra y música llevaban en un papelito que era la foto final. Esa y no otra. Vamos, que ni tocar una coma de lo hablado. No vaya a ser que se enfade el patrón.

Siendo más precisos, lo que han validado es continuar con un drama para sus representados que, y ese es el punto de vista que nos importa, debéis conocer que tengamos tan sospechosamente cómplice representación nos supone una verdadera tragedia. Para amigos así, mándenme enemigos.

Liberados a porrillo. Gente que no ha ido a trabajar desde hace décadas. Organizaciones que, de una forma u otra, reciben importantes aportaciones de la empresa. Ánimo de buscar básicamente “lo suyo”. Lo propio, que no lo colectivo. Para eso, por lo visto, te piden cada cuatro años que les des un sillón. Su sillón. Vergonzoso. Y denunciable. Que en eso estamos.

Lógico es que cultiven aficiones insanas, como expulsar a compañeros de sus deliberaciones en las que molestan los testigos porque, incluso en público, y con la empresa delante, se les va la pinza y hay quien dice, antes de tiempo, que “este acuerdo que vamos a firmar, esto y lo otro… “. ¿Qué es eso de que vamos a firmar cuando estás en medio de una negociación? . Es pleitesía obligada, o es querer demostrar a la dirección que sí, que esta vez hemos quedado en que tienen que firmar también éstos, pero… ¿No te olvidarás de que somos quienes más te firmamos, quienes más te queremos?. ¿No?. Que se nos parte el corazón… Eso es arrastrarse. Vaya categoría.

Claro que siempre hay variables que se escapan. Como la de los testigos incómodos. Qué cruz. Los que no están en el ajo y pueden darte, que te la dan, una pillada guapa. Claro que se les pilla. Y no es que estemos precisamente contándole  a España la boda del príncipe, es que estamos informando a los compañeros de algo que todo el mundo tiene derecho a saber, y sobre algo que le ha tenido y tiene legítimamente pendiente hasta que llegaran  _ por supuesto a tiempo de tratar de perjudicar otras consecuciones (no vaya a ser que se  alargue esto más allá del miércoles, que es fecha límite que nos han marcado)_ ,llegaran, decimos,  justo a la conclusión esa. La pactada. Y todo sin importar que quede hasta mediados de Julio, hasta el último minuto, como otras veces, para llegar a un acuerdo bueno. Es lo que tiene traerlo acordao. Que no te conviene que haya propuestas que mejoren la situación para todos. Porque, a lo que íbamos, era a lo hablado. Ná más.

A eso se le llama negociar “con chuleta”. Que te dejen copiar los apuntes descaradamente por debajo de la mesa porque lo que te exigen es acabar transcribiendo al detalle  el libro que escribió el profesor. “Es que me lo pone a huevo, don Jordi” (en este punto, reconocemos nuestra ignorancia sobre el nombre. Igual no era Jordi. Podría ser). Efectivamente, para qué echarle el tiempo reglamentario. Copiamos, pegamos y punto. Esa es la misión. La representación más rápida jamás conocida. Una tragedia para la dignidad.

Tan hasta el gorro nos tienen, que  les vamos a combatir. Para regenerar y devolver toda su dignidad a la acción sindical. Y, por sus acciones, calma. Que se tumban. Vaya, que no sería la primera vez que lo hacemos.

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